"Hegel fue el primero que supo exponer de un modo exacto, la relación entre la libertad y la necesidad.
Para él la libertad no es otra cosa .que el conocimiento de la necesidad. «La necesidad sólo es ciega en cuanto no se la comprende.» La libertad no reside, pues, en una soñada independencia de las leyes naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y la posibilidad que llevan de hacerla actuar de acuerdo con un plan para determinados fines y esto rige, no sólo en relaciones con las leyes de la naturaleza exterior sino también con las que regulan la existencia corporal y espiritual del hombre: dos clases de leyes que a lo sumo podremos separar en la idea, pero no en la realidad.
Libertad de la voluntad no significa por tanto más que la capacidad de poder decidir con conocimientos de causa. Así, pues, cuanto más libre sea el juicio de una persona con respecto a un determinado problema, tanto mayor será la necesidad que determine el contenido de ese juicio.
La libertad consiste, pues, en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza exterior, basado en la conciencia de las necesidades naturales; es por tanto forzosamente un producto de la evolución histórica.
Libertad no significa que cualquiera o cada cual tenga el derecho de obrar como le plazca, según se lo dicte el capricho o la fantasía, algún deseo irreprimible o la locura. Esto sería libertad sólo para dejamos guiar por la emoción o la pasión, el prejuicio o la ignorancia, impulsados en esta o aquella dirección como el humo es impulsado por el viento.
Muchos hombres honrados y sinceros, al reaccionar ante la presión de tradiciones caducas o instituciones que reprimen la voluntad o conducta, se han visto impulsados a adoptar este punto de vista.
Thoreau es uno de los mejores ejemplos de ello en la historia de los Estados Unidos. Considerando que nuestra sociedad se fundaba en la explotación y no deseando explotar ni ser explotado, se fue a vivir al monte, yendo a parar a la cárcel acusado de no pagar contribuciones.
Claro está que no podría haber libertad en ningún sentido exacto si todo el mundo obrase con arreglo a su fantasía. No habría libertad para transitar en automóvil por las calles a través del país si fuese permitido ir por la izquierda de la vía pública, desatender las señales del tránsito y otras cosas por el estilo. No sería eso libertad para que el viajero pueda dirigirse a donde desee ir. De igual modo, libertad no puede significar Libertad de escoger horas largas de trabajo y sueldos reducidos.
Significa, en concreto, la libertad de los hombres para guiarse por la razón, es decir, para obrar racionalmente.
Y nosotros obramos racionalmente cuando sabemos qué deseamos, cuando nuestras necesidades son compatibles entre sí y con las de los demás hombres, y cuando conocemos los medios necesarios para lograr nuestros fines y tenemos estos medios en nuestro poder. No es ésta la libertad que nos han ofrecido los teólogos bajo el nombre de libre albedrío. No es una libertad indeterminada en sus decisiones, sino libertad para elegir lo que nuestro bienestar requiere y para adquirir los medios de realizarlo.
La libertad, además de ser el fin que perseguimos es también el medio de conseguir esta finalidad puesto que en cada etapa de nuestra vida individual y social equivale a nuestra capacidad para lograr nuestros deseos satisfacer nuestras necesidades. Es el todo en cualquier etapa que nos coloque en una situación mejor para llega a otra etapa superior.
Para él la libertad no es otra cosa .que el conocimiento de la necesidad. «La necesidad sólo es ciega en cuanto no se la comprende.» La libertad no reside, pues, en una soñada independencia de las leyes naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y la posibilidad que llevan de hacerla actuar de acuerdo con un plan para determinados fines y esto rige, no sólo en relaciones con las leyes de la naturaleza exterior sino también con las que regulan la existencia corporal y espiritual del hombre: dos clases de leyes que a lo sumo podremos separar en la idea, pero no en la realidad.
Libertad de la voluntad no significa por tanto más que la capacidad de poder decidir con conocimientos de causa. Así, pues, cuanto más libre sea el juicio de una persona con respecto a un determinado problema, tanto mayor será la necesidad que determine el contenido de ese juicio.
La libertad consiste, pues, en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza exterior, basado en la conciencia de las necesidades naturales; es por tanto forzosamente un producto de la evolución histórica.
Libertad no significa que cualquiera o cada cual tenga el derecho de obrar como le plazca, según se lo dicte el capricho o la fantasía, algún deseo irreprimible o la locura. Esto sería libertad sólo para dejamos guiar por la emoción o la pasión, el prejuicio o la ignorancia, impulsados en esta o aquella dirección como el humo es impulsado por el viento.
Muchos hombres honrados y sinceros, al reaccionar ante la presión de tradiciones caducas o instituciones que reprimen la voluntad o conducta, se han visto impulsados a adoptar este punto de vista.
Thoreau es uno de los mejores ejemplos de ello en la historia de los Estados Unidos. Considerando que nuestra sociedad se fundaba en la explotación y no deseando explotar ni ser explotado, se fue a vivir al monte, yendo a parar a la cárcel acusado de no pagar contribuciones.
Claro está que no podría haber libertad en ningún sentido exacto si todo el mundo obrase con arreglo a su fantasía. No habría libertad para transitar en automóvil por las calles a través del país si fuese permitido ir por la izquierda de la vía pública, desatender las señales del tránsito y otras cosas por el estilo. No sería eso libertad para que el viajero pueda dirigirse a donde desee ir. De igual modo, libertad no puede significar Libertad de escoger horas largas de trabajo y sueldos reducidos.
Significa, en concreto, la libertad de los hombres para guiarse por la razón, es decir, para obrar racionalmente.
Y nosotros obramos racionalmente cuando sabemos qué deseamos, cuando nuestras necesidades son compatibles entre sí y con las de los demás hombres, y cuando conocemos los medios necesarios para lograr nuestros fines y tenemos estos medios en nuestro poder. No es ésta la libertad que nos han ofrecido los teólogos bajo el nombre de libre albedrío. No es una libertad indeterminada en sus decisiones, sino libertad para elegir lo que nuestro bienestar requiere y para adquirir los medios de realizarlo.
La libertad, además de ser el fin que perseguimos es también el medio de conseguir esta finalidad puesto que en cada etapa de nuestra vida individual y social equivale a nuestra capacidad para lograr nuestros deseos satisfacer nuestras necesidades. Es el todo en cualquier etapa que nos coloque en una situación mejor para llega a otra etapa superior.
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